El rol de la tecnología en la presencialidad

CARTA EDITORIAL DE ABRIL

Previo a la pandemia, la CEPAL ya advertía sobre los efectos de la pobreza y la desigualdad en diversos sectores, incluido el educativo. Por décadas la UNESCO ha documentado los rezagos en la región, especialmente en países con mayor presencia rural y/o menores ingresos. Aunado a lo anterior, las medidas tomadas ante la pandemia han impactado los resultados educativos en los que, algunos datos indican que América latina es una de las regiones más azotadas por la pandemia. Tenemos la certeza de que las brechas se han recrudecido; aún está pendiente establecer la magnitud del impacto.


La presencialidad vuelve a ser la norma, claro, con precauciones; miles de clases se imparten de manera presencial en aulas llenas de estudiantes, y también de esperanza. Me refiero a la esperanza de recuperar el tiempo perdido, de poder estar con los compañeros y jugar un buen partido de fútbol o reírnos juntos, pero también me refiero muy especialmente, ya no a la esperanza,  sino a la necesidad de recuperar el tiempo perdido durante estos 2 años de escuelas cerradas donde, por más hay notables ejemplos de esfuerzo y colaboración entre autoridades, maestros, padres y madres de familia y estudiantes, fue inevitable la pérdida sustantiva de tiempo efectivo de clases. 


La educación migró casi en su totalidad a las tecnologías de la información, sin embargo, el atraso tecnológico que vive la región respecto a otras en el mundo propició que millones de niñas, niños y jóvenes se vieran obligados a suspender parcial o totalmente sus estudios. Datos del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, señalan que el acceso a banda ancha de internet no supera el 50% en toda América Latina; sin duda, la pandemia ha expuesto las deficiencias de nuestros sistemas educativos, pero representa también una oportunidad para afrontar sus causas mediante la integración tecnológica y la cobertura de internet que permita reducir esta situación en los sistemas educativos y asegurar la capacitación docente.


Decía Andreas Schleicher que "La calidad de un sistema educativo nunca excede la de sus docentes"; y en estos momentos, la única certeza que tenemos es que la mejor inversión que podemos hacer es garantizar que los docentes tengan lo que se requiere, no sólo para abordar los contenidos de este ciclo escolar de manera exitosa, sino también para remontar los rezagos generados desde marzo de 2020.


La experiencia indica que el mejor aliado para acelerar el paso y cerrar las brechas educativas, son las herramientas tecnológicas que permiten identificar y personalizar el aprendizaje. Esto implica que los docentes estén familiarizados con la tecnología y cuenten con las competencias digitales que les permitan utilizar los recursos tecnológicos de formas eficaces y eficientes. Para ello es preciso: 1) diagnosticarlas y 2) darles la capacitación que les permita cerrar las brechas educativas, de la mano de sus estudiantes.


¿Cómo usar el modo compañero de Meet?